Ya perdoné errores casi imperdonables. Intenté sustituir a personas insustituibles, y olvidar personas inolvidables. Ya hice cosas por impulso, ya me decepcioné de personas que pensé que nunca me decepcionarían, pero también yo decepcioné a alguien. Ya abracé para proteger, ya reí cuando no podía, ya hice amigos eternos, y amigos que nunca volví a ver.
Ya amé y fui amado, pero también, ya fui rechazado. Ya fui amado y no supe amar.
Ya grité y salté de tanta felicidad, ya viví de amor e hice juramentos eternos, pero también fallé muchas veces. Ya lloré escuchando música y viendo fotos, ya llamé sólo para escuchar una voz, ya me enamoré por una sonrisa. Ya pensé que me moriría de tanta tristeza y tuve miedo de perder a alguien especial (y terminé perdiéndolo). ¡Pero sobreviví! ¡Y todavía vivo!
No paso simplemente por la vida. Y tú tampoco deberías simplemente pasar. ¡Vive! Es bueno es ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivir con pasión, perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve, y la vida es demasiado preciosa como para considerarla insignificante.
Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo a la vida. Es dar al fin con las palabras que para hacer frente a la muerte se precisa. Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva. Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba. Es respirar el ancho viento que por encima de la carne respira. Es contemplar, desde la cumbre de la persona, la razón de las heridas. Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira. Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida. Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía. Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida.
Estar enamorado amigos, es descubrir dónde se juntan cuerpo y alma. Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama. Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra infancia. Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas. Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas. Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su espada. Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta. Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama. Es entender la pensativa conversación del corazón y la distancia.
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días. Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída. Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de una herrería. Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas. Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina. Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las luces encendidas. Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia. Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría. Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna. Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita.
Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura. Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas. Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras criaturas. Es no saber si son ajenas o son propias las lejanas amarguras. Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia. Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche obscura. Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna. Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura. Es empezar a decir siempre, y en adelante no volver a decir nunca. Y es, además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.
No sabes cómo necesito tu voz; necesito tus miradas aquellas palabras que siempre me llenaban, necesito tu paz interior; necesito la luz de tus labios ¡Ya no puedo seguir así! Ya... No puedo. Mi mente no quiere pensar no puede pensar nada más que en ti. Necesito la flor de tus manos aquella paciencia de todos tus actos con aquella justicia que me inspiras para lo que siempre fue mi espina mi fuente de vida se ha secado con la fuerza del olvido. Me estoy quemando; aquello que necesito ya lo he encontrado pero aun ¡Te sigo extrañando!
Hay muchas formas de despedirse, dando la mano, dando la espalda, nombrando fechas, con voz de olvido, pensando en nunca, moviendo un ramo ya deshojado. Por suerte a veces queda un abrazo, dos utopías, medio consuelo, una confianza que sobrevive y entonces triste, el adiós dice que ojalá vuelvas. Este adiós que te guardo está madurando con los días. Exprimo nuestra vivencia y no la dejo quedarse en el pasado. No puedo avanzar contigo porque te deseo a cada instante y desear lo que no se puede tener es como escribir sin que nadie te lea. Eso seguro que lo entiendes. Te quiero, pero no deseo luchar contra el destino Disfrutaré de vez en cuando de tu recuerdo que seguirá alterándome.
Padre, en el eco de tus manos, se oculta el fuego que ilumina mi camino. Tu sombra es mi forma y mi destino, tus brazos son mi abrigo en los desengaños. En cada gesto, en cada paso, siento tu fuerza y tu aliento, y en el silencio de tus labios, oigo la voz del amor eterno.
El hombre mata lo que ama ¡que nadie lo dude! Unos lo hacen con miradas vacías, los cobardes con falsa cordialidad, los valientes con la verdad; otros matan el amor al empezar; algunos lo hacen tarde sin avisar y a traición; los hombres que se creen libres lo matan por miedo; algunos dicen amar profundamente y después lo olvidan; unos pocos defienden el amor, pero a menudo lo confunden con las sábanas, todos quieren ser amados, pero eso es avaricia; todos anhelan al amor, pero el amor se esconde porque presiente lo que va a pasar. Los hombres matan lo que más aman ¡Nadie lo olvide!
Quiero que me oigas sin juzgarme. Quiero que opines sin aconsejarme. Quiero que confíes en mí sin exigirme. Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí. Quiero que me cuides sin anularme. Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí. Quiero que me abraces sin asfixiarme. Quiero que me animes sin empujarme. Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí. Quiero que me protejas sin mentiras. Quiero que me acerques sin invadirme. Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten. Que las aceptes y no pretendas cambiarlas. Quiero que sepas que hoy puedes contar conmigo. Sin condiciones.
Mi pequeño bebé del cielo, te siento, sin poderte ver, y en las noches de tormento, es cuando trato de entender ¿Cómo es que alzaste el vuelo, poco antes del amanecer? ¿Cómo se puede extrañar tanto, a quién no se pudo conocer?
Mi pequeño bebé del cielo, pedacito de mi vida mamá ya no es la misma, desde el día tu partida. De forma constante me acompaña, esta ingrata herida, herida que quedó en mí, cuando supe que te perdía.
Mi pequeño bebé del cielo, guerrero chiquito y valiente, mamá orgullosa de ti, cada día se siente. Eres mi hijo a distancia, y aun así estás presente, aprendí a ser tu madre, aunque ya no pueda verte. Juntos hemos creado, el mejor pacto de amor, y con tus señales hijo, que solo entendemos los dos me has enseñado que lo esencial es invisible a los ojos, pero no a los ojos del corazón.
Mi pequeño bebé del cielo, mi pequeño Peter Pan, serás siempre mi niño, mi niño por la eternidad. Entre nubes y prados verdes, por siempre correrás, con tus mejillas rojitas, con tus amigos jugarás. Mamá esperará paciente, ya nos vamos a encontrar. No ahora hijito mío, pero ese día llegará.
¡Espérame!, mi pequeño bebé del cielo, en mis brazos te cargaré, oh hijo mío ¡cuántos besos te daré! Te colgarás de mi pecho, y de amor te nutriré, y todo lo que la vida nos negó, finalmente te entregaré.